jueves, 27 de mayo de 2010

Coincidencias del Destino

Poca gente sabe esta historia, pero a mi me marcó muchísimo, para bien.

Como la Yaeli tuvo problemas cuando nació, me tomé más tiempo del post natal y también mis días libres para que cuando entrara a la Sala Cuna estuviera más grande y fuerte.

Entró un día domingo, que acá en Israel es el primer día de la semana, cuando la pollita más chica tenía 5 meses y estuvo todo muy bien.

Al domingo siguiente, a una semana de haberla ingresado cuando la fui a recoger me dijeron que estaba media apática y que no quiso comer de mi leche que le había dejado, me llamó la atención, pero ella no tosía ni tenía fiebre así que no me preocupé.

Al otro día no se veía bien y a pesar de aún no tener fiebre nos fuimos al hospital, allá le descubrieron una neumonía fulminante que no fue sintomática, simplemente le agarró los pulmónes y empeoró silenciosamente.

Cuando nos hospitalizaron nos pusieron en una pieza con una ventana interior al cuarto/oficina de las enfermeras, la razón la dió el doctor en su vuelta de rigor con el equipo,-"esta niñita es la que está más grave en este momento"- dijo, y les dijo que tenían que estar atentos a su estado.

Yael dormía y dormía y no despertaba siquiera para mamar su comida, la alimentaban a través de infusión a la vena, mi chiquitita no tenía ni medio año de vida.

Un problema eran mis pobres pechugas que cada 4 horas se llenaban de leche y no había nadie que se alimentara de ellas, así que empecé a sacarme con esas maquinitas lecheras y congelaba toda la leche en unas bolsitas especiales para su mantención.

En Israel al ser hospitalizado un niño es obligatorio que un adulto esté con ellos en todo momento, lo que era muy cansador, por suerte con mi madre hacíamos turnos y así yo podía ir a ducharme a la casa y ver a Samuelito y Gadi, descansar poco y nada, porque me desesperaba por volver al ladito de mi beba.

Las noches apenas dormía porque entre las alarmas de las máquinas y niños llorando no se podía dormir más de dos horas de corrido.

Ahora lo bueno: En aquella hospitalización me tocó conocer a dos mujeres encantadoras y dos niñitos deliciosos.

A la primera que conocí fue a la vecina que estaba a nuestro lado derecho, Liat una chica de Tiberias y su bebé que se llamaba Lía, uno de los nombres que hasta pensé para Yael, tenía cara de risa en todo momento y un pito que sonaba cada vez que inhalaba.

De familia marrocana eran pura felicidad y muuucha comida todo el tiempo, la abuela llegaba con queques, berlínes y galletas todo hecho por ella, una delicia.


A mi lado izquierdo estaba Ofra con su bebé Shalev, ella era una mujer religiosa light, muy inteligente y interesante de hablar con ella. El chiquito era su quinto hijo y hacía unas apneas que lo dejaba sin aire por largos segundos.

Era mi compañera de café, yo tenía vasos de cartón y sobrecitos individuales, le preparaba café y me lo agradecía mucho. Ella y su marido son profesores de una escuela religiosa y tienen otros 4 niños muy educados una copia el uno al otro.


Uno hace lazos de amistad con estas compañeras de luchas, todas queríamos que nuestros pollitos se sintieran mejor, y cuando una tenía pipí o quería ducharse,la otra cuidaba del bebé por unos minutos, hasta recuerdo haber calmado a Shalev una vez que estaba llorando y Ofra se había quedado dormida en la silla al lado de la cunita de su hijo.


En fin, los días son interminables cuando estás con niños en el hospital, pero cambiándonos los juguetes conversando y animándonos entre nosotras se pasaba un poquito más rápido.


Una mañana estaba estirando las piernas y leyendo la planilla médica que estaban a los pies de la cuna de Lía y me dí cuenta que habían nacido el mismo día, que chistoso le digo a Liat, la madre, mira nacieron el mismo día...

-¿Dónde la tuviste? -le pregunté

- "Acá mismo en el Hospital de Poria". (Es el más cercano a Tiberias y a mi kibbutz)

- "Que raro que no te haya visto le dije, y a qué hora nació ella?"

Me respondió que como a las 3 de la tarde, la misma hora que yo entré a pabellón a la cesárea de Yael.

Aún recuerdo los nervios precesárea, al menos esta vez, la última vez, Jorge estuvo conmigo tomándome la mano cuando yo tiritaba en la cama de operación, las dos veces anteriores había estado sola...no se lo deseo ni a mi peor enemiga si tengo alguna por ahí...


-"Para peor," - me dice - "estaba con unas contracciones que te mueres y el anestesista estaba en una cesárea de emergencia, al final la tuve al natural"- y se rió.


Recuerdo la cara urgida de la matrona que entraba a la sala de operación y miraba al anestesista con cara de súplica - "está lista la señora ya, le puedes poner la epidural?" -

Y el anestesista recio decía que no se movía de mi lado porque era una operación de emergencia...

A la tercera vez que la matrona se asomó el anestesista le dijo que si era tan urgente llamara a alguien Emergencias...


A los pocos minutos mi panza estaba desinflada y salía a la luz una niñita preciosa, moradita moradita... la enfermera me dejó darle un beso y me dijo que urgente tenía que ponerle oxígeno y se la llevó, le solté la mano a Jorge y le dije que fuera detrás de ella, cuando sale del pabellón se escuchó un bebé llorar, la matrona nos sonrió para adentro y dijo -"al final la tuvo sin anestesia"-...esa era la Lía y la Liat, pero yo lo supe sólo medio año después.


Aún nos encontramos de vez en cuando en la ciudad, si Tiberias es una ciudad chica, también nos hemos visto en el consultorio y vemos cuan grandes están los niños y seguimos conociendo el resto de la familia.


La primera a la que dieron de alta fue a la chicha de Lía, la que se fue sonriendo preciosa, después mi Yaelita y cuando nos ibamos la Ofra me hacía pucheros porque se quedaba sola en el hospital, le dí un besote gigante a ella y a Shalev, ya que sabía que les quedaba poco también para irse...una semana pasamos juntas, son como unas vacaciones pero con muchísimo trabajo y estrés, pero llegar a casa después de haber vivido aquello, es la mejor sensación.


Creo que tuve suerte de conocerlas, preciosas las dos, una morenaza exótica y llena de vida y una religiosa conservadora simpátiquisima, aprendí de las dos y a mi manera les doy las gracias compartiendo nuestra historia con ustedes.

3 comentarios:

  1. Primero que todo, que rica sale la Jael...cosa mas linda
    Definitivamente tienes pasta para escribir y creo que debieras ponerte como meta hacer un libro.

    Se lee facil, engancha y queda la sensaciòn de quere mas
    Pilita no botes tu talento ponte un tema y trata de escribir
    Por ejemplo
    "Una chilena en Israel" o cualquier otro tema

    Te quiero
    TIO

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  2. Pilita: que lindo escribes... se muestra como somos las madres, lo que sentimos, lo que vivimos
    te amo mucho
    nani

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  3. hola pili un saludo un beso!desde turquia pero cn ganas de pasarme por alla de nuevo..janine

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